20 años sin vivir momentos tan emocionantes como los de ayer: llegar al lugar de la actuación, los nervios, el cambio de ropa, el maquillaje compartido, el último ensayo momentos antes de empezar a actuar...
20 años sin ponerme en el pellejo de un personaje, aunque fuera algo divertido, superfluo y cortito... 20 años sin compartir la tensión inicial, la emoción, la alegría del éxito y las anécdotas...
Cuánto te he echado de menos, Teatro. Sabía que me esperabas agazapado en algún rincón de mi ser, que aún corrías por mis venas, como los restos de una droga tan fuerte que, a pesar de los años, se ha mantenido para resurgir con una intensidad inimaginable.
Pero la magia no es magia si no se comparte. La magia se hace papable cuando un grupo de personas, fabulosas, aportan su arte para construir, juntas. Y qué bonito es...
¡Menudo subidón el de anoche!
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